El núcleo de la obligación esencial.
Para poder elaborar, revisar o incluso sólo para poder entender un contrato, ya sea civil, mercantil o incluso uno administrativo, es indispensable conocer cuál es el núcleo de la obligación esencial.
Pues con independencia del nombre que se le dé al contrato, es decir, sin importar que se le denomine de arrendamiento, de comodato, de prestación de servicios o de cualquier otra forma, es el núcleo de la obligación esencial pactada lo que nos servirá para determinar la naturaleza del contrato, y con ello las normas legales aplicables, y el cómo debe ser cumplido, ejecutado e interpretado.
Así, cuando nos encontramos con la tarea de elaborar o revisar un contrato, el primer punto a considerar es el de determinar o ubicar ¿cuál es en esencia la obligación pactada?
De forma que, el resto de las cláusulas que integren el contrato, deben estar elaboradas en torno a esa obligación y no ser incongruentes o contrarias. Pues cualquier cláusula que se pacte en contra del núcleo esencial de la obligación podría no tener validez legal.
Por ejemplo, cuando se celebra un contrato de depósito, sin importar cómo se le llame, el núcleo de la obligación esencial consiste en que una persona (depositario) se obliga hacia otra (depositante) a recibir una cosa, mueble o inmueble que aquél le confía, y a guardarla para restituirla cuando la pida al depositante. Entonces, pactar simple y llanamente que quien recibe la cosa no será jamás responsable por cualquier daño que sufra el bien, resulta una cláusula contraria a la obligación esencial y, por eso, podría ser declarada inválida.
Además, conocer la obligación esencial del contrato permite saber cuáles son las reglas jurídicas aplicables, así como entender cómo debe cumplirse y ejecutarse el contrato. Como sucede con el contrato de depósito del ejemplo, en el que la codificación aplicable prevé cuáles son los casos de responsabilidad del depositario y cuándo está exento de responsabilidad por algún daño a la cosa depositada.
Por estas razones, se estima fundamental conocer la obligación esencial de los contratos, no sólo para que los operadores jurídicos elaboren, revisen, interpreten o vigilen el cumplimiento y ejecución de un contrato, sino para que cualquiera que los utilice pueda en esencia conocer a lo que se compromete y pueda leer un contrato y sus cláusulas.